martes, 3 de junio de 2008

Nueve razones para abolir la tauromaquia.

No hace mucho, escribí un ensayo acerca de la abolición de la tauromaquia, en consecuencia de la acción de seis activistas que saltaron al ruedo (si lo queréis leer pinchad aquí).
No sólo la publiqué en este blog, y, por lo general, la mayoría mostró su absoluta aceptación a la abolición de la tortura y asesinato del toro con el único fin de atracción, pero también hay de quien no está de acuerdo.
Pues bien, hoy vengo a retomar el tema, esta vez desde otra perspectiva: Vamos a desbaratar las explicaciones que usualmente se dan para mantener esta fiesta absurda que pagamos todos los españoles queramos o no.

Hace mes y medio, Fernando Álvarez, étologo y profesor de investigación (CSIC, Estación biológica Doñana), escribió un artículo llamado "Nueve razones para abolir la fiesta nacional", dentro de éstas, se nombran las, sobre todo, tres típicas que siempre salen a relucir: extinción de la raza, vida estupenda de los toros, arraigo cultural.


- El toro sí sufre durante las corridas.
Por supuesto. ¿Aún hay alguien de quien lo duda? Porque si es así, ay, amigos míos, los toros no son ajenos al dolor, y como bien explica Fernando, además, no pueden escapar, así que su repugna a la lidia no es mostrada; se enfrenta.
Las hemorragias acrecentan su debilidad, y le estresan. Sí, sí, le estresan. Imaginaros en medio de una plaza siendo constantemente atacado ya no por uno, sino por varios tíos (o tías, aunque es que encima son machistas) que pinchan y clavan banderillas en tu cuerpo, desgarrándote por dentro. Estrés es poco. Es desesperación.

- El toro no disfruta de una especial buena vida ni de una muerte digna.
"Si el trato fuera excepcionalmente bueno, la morbidez hallada en los toros lidiados sería inferior a la de otros animales sacrificados y no parece serlo", dice Fernando.
Al cabo del primer año de vida, el toro de lidia (raza hipotética, ya que no es natural, sino que es creada), ha de pasar una prueba de resistencia. Si éste no es <>, entonces acabará en el matadero o en festejos menores.
A los 3 ó 4 cuatros años, su fantástica vida termina en un ruedo, donde morirá desangrado y torturado a manos de un hombre que NO está en las mismas condiciones que él, que no se nos escape que las reses, la grandísima mayoría por no decir todas, están afeitadas, muchos salen drogados (atontados, debilitación de los sentidos) y para acrecentarlo, se han dado casos de toros medio ciegos.
Además, no les es permitido apalearse con vacas.

Si vamos a comparar su vida a la de otros animales hacinados en granjas industriales, podríamos decir que el hecho de que vivan al aire libre les hace poseer "mejor vida". Claro que es éticamente insostenible que esa vida acabe de una forma tan brutal y se le siga denominando como "buena".
Aparte de absurdo, ya que con nuestro dinero, se sostienen dehesas que sirven como cuidado de animales que poseerán una vida de unos 4 años, y luego serán asesinados.

¿De veras he de decir algo al respecto de la muerte digna?

- La supresión de la lidia no implica la extinción del toro bravo ni de su hábitat.
Y cito: "Hoy, ambos se conservan con fines económicos y, de suprimirse la fiesta serían conservados, como lo son otros ecosistemas y razas de bovinos."
El ecosistema como tal no se vería afectado con su desaparición, por lo mismo que he comentado antes, es una raza creada. Pero aún así, la abolición de la tauromaquia no trae por consiguiente la no manutención de dichas dehesas, así como otros hábitats son conservados con dinero público.
Se seguiría criando toros, y se seguiría manteniendo su ecosistema, porque esto no sólo afecta a los toros, sino también a las plantas y otros animales. Además, se podría destinar a otras funciones. Hay varios parques naturales en España.

- El sufrimiento de los humanos y otros seres no justifica la tortura del toro en la plaza.
Ni mucho menos. En vez de gastar tantísimo dinero en la tauromaquia, de donde sólo unos pocos se benefician, se podría invertir en calidad de vida, educación, etc. Tampoco olvidemos que España está a la cola de los países europeos, y sin embargo, mantenemos plazas y toreros por puro disfrute.

- La existencia de otros espectáculos agresivos no disculpa la agresión en la lidia.
Hay argumentos muy absurdos, y éste es otro de ellos. ¿Vamos a justificar la tortura al toro con que hay otros espectáculos? Bueno, es que también en los circos romanos había leones y hombres enfrentándose, ¿algún machote dispuesto? No, claro que no. Evolucionamos, e intentamos ir acabando con la tortura innecesaria (ninguna tortura es necesaria, ciertamente), igual que se abolió la esclavitud.

- El aspecto artístico y tradicional de la lidia no justifica su componente sádico.
El arte es entendido como una destreza, una habilidad, algo que mostrarle al mundo, ¿es la tauromaquia arte? ¿Qué arte podemos encontrar en el mareo constante de un animal obligado a ser toreado y desgarrado? ¿El torero hace arte? ¿Es arte dar vueltas a un capote y estacar una espada (a veces no una, sino dos, tres, o cuatro veces, más el correspondiente cuchillo en el cuello) en el cuerpo de un animal cansado, debilitado y desorientado?
Como dije antes, los romanos también usaban los circos como tradición, ahora nadie parece aceptar tal tontería, ¿por qué nosotros sí? ¿por qué no podemos dejar atrás una <> manchada de sangre?

Como consecuencia de esta tradición, los niños crecen viendo al toro como un animal de atracción, pierden la consciencia con respecto a los sentimientos del toro.

- La lidia no es una seña adecuada de identidad de España.
En contra de lo que muchos puedan pensar, más, mucho más, del 60% de la población española votaría a favor de la abolición de la tauromaquia, al 72% no le interesa este "deporte", con lo cual no parece estar tan apoyado.
Para todo ellos, el toreo no los representa como españoles, y sienten vergüenza de ser reconocidos de esa manera.

Además, en la encuesta hecha por El País "¿Estás a favor o en contra de las corridas de toros?", el 91% está en contra, frente al 9% que sí que las apoya.

- El beneficio económico de la lidia está manchado de sangre.
Ganan dinero a costa de sufrimiento y muerte. Crian para matar. Aprenden para matar. Viven para matar, y de 400.000 toros (creo que es incluso de 500.000), un torero muere en el ruedo. Justificar la tauromaquia con los grandes ingresos que proporciona a unos cuantos, es inmoral y casi escupe a nuestra inteligencia y sentido común.

- La oposición a la lidia ha sido una constante en la historia de España.
"Isabel la Católica, Lope de Vega, Tirso de Molina y Quevedo mostraron su aversión a la lidia. Para los ilustrados, la fiesta era bárbara, sangrienta y cruel, y varios reyes borbones la prohibieron. Su restauración por José I y Fernando VII fue fuertemente protestada. A los taurófobos escritores del 98 les siguió el afán taurino de los poetas del 27, deslumbrados por el enfrentamiento hombre-animal, y Ferrater Mora era la discordante voz antitaurina en la dictadura."
Muchas figuras extranjeras y de cultura ibérica han expuesto su oposición a esta barbarie, entre las últimas: Balmes, Campomanes, Jovellanos, Blanco White, Larra, Joaquín Costa, Pío Baroja, Caro Baroja, Jacinto Benavente, Leopoldo Alas, Ramón y Cajal, Unamuno, Gregorio Marañón, Sorozábal, Ferrater Mora, Francisco Umbral, Haro Tecglen, Rodríguez de la Fuente, Salvador Pániker, Esperanza Guisán, Eduard Punset, Rosa Montero, Lucía Etxebarria, Muñoz Molina, Jesús Mosterín, Manuel Vicent y Saramago.


Otro ejemplo, ¿por qué denunciamos cuando un perro o un gato es maltratado, y sin embargo, pagamos para el maltrato abierto de los toros? ¿No es algo incoherente?
Desde luego que hay muchos otros animales torturados, desgraciadamente, la grandísima mayoría, pero el problema más vergonzoso del toreo es que es mostrado en televisiones, radios, periódicos, etc. Todos los medios de comunicación se hacen eco de tal belleza, y después denuncian animales domésticos torturados. Por favor, la hipocresía. No realces aquello que luego dices repugnar.
Lo peor es el espectáculo, que la muerte de un animal se convierta en puro espectáculo, y que nadie me pregunte si quiero o no quiero conservarlo con mi dinero.

¿Reflexionamos un poquito?