Como si de una ceremonia de los Óscars o de los Grammy, aquí se ha llevado el premio el más comercial, el de moda, el que nos cae bien.
Y no es que no haya hecho méritos, veamos:
- Tiene una sonrisa que ya la quisiera una para sí misma, eso tiene que contar para algo, es más, si tras nueve meses de mandato, aún no se le han caído los labios, es que este tío vale la pena.
- En suma envidia estaría Cicerón si levantara la cabeza, ¡qué orador! ¡Qué retórica! ¡Qué saber estar! Da gusto verle y oírle, dice cosas que suenan muy bien, este tío debe de valer la pena.
- ¿Os habéis fijado en su familia? ¡Adorable! Si son así de felices, es que este tío, vale la pena.
A lo mejor es un simple guiño, una advertencia: "Eh, Barack, ya que te hemos dado esto... no la líes".
Y no es que no me caiga bien, es complicado que a uno no le caiga bien el entuasiasta y ya incónico Obama, sus ideas y sus propuestas encaminan hacia una mejora en las relaciones mundiales, menos conflictos y mayor respeto al medioambiente, pero, claro, dichas ideas y dichas propuestas siguen formando parte de un papel y un discurso, ya que:
- Su propuesta de cerrar la prisión de Guantánamo flota en el aire; el Congreso se opone.
- El frente abierto en Afganistán, abierto está. Con pretensión de enviar más tropas y habiendo presentado un presupuesto económico con un aumento del 4% respecto al año anterior para gastos militares.
- La pena de muerte y el trato de las armas en EE.UU continúan vigentes.
- Los planes anticrisis, la 'nueva' sanidad social y los proyectos por el cambio climático no han devuelto resultados importantes, algunos, incluso, suscitando una grave caída de popularidad.
Quizás, de aquí a un tiempo, Obama se lo merezca.
Paz.