miércoles, 30 de marzo de 2011

Crítica literaria: El bolígrafo de gel verde

Uno puede vivir siempre de la misma manera: puede ir cual títere inerte sin oponerse de una estancia a otra, por mera rutina, querer sin variar de labios a las personas, por inercia, y apenas darse cuenta de tal fenómeno que se halla tragándose los días. Pero a veces sucede que despierta y nota que los hilos le agarran por la cabeza, por los brazos, por la cadera, por las piernas y la realidad se ha convertido en un teatro de perennes actores y acciones; a lo mejor concebido por un guionista carente de ingenio o carente de entusiasmo por su guión.
Entonces, el consciente, azota sus ordenadas causalidades comprándose un bolígrafo de gel verde y una ilusión de esas absurdas, ilógicas y casi desesperadas, le abstrae a sopesar objetivamente los acontecimientos – una idea descabellada – para tornar a alimentar sus deseos de cambiar de atrezo y obra.

Éste podría ser el escenario central de muchas, tantas, vidas. La evidencia de que no es una cualquiera es, en efecto, El bolígrafo de gel verde que da título a la primera novela de Eloy Moreno, autor autopublicado hace un par de años ahora acogido por la mano de Espasa. Cuenta él que no es una obra autobiográfica, y tal vez no lo sea estrictamente, pero nadie podría poner su mano en el fuego, por el alto riesgo de quemársela, para negar que encontrará en esta lectura sentimientos y apatías familiares. Es, por tanto, una novela con tintes cotidianos, conocidos; las millones de gotas que colman el vaso que se mueve entre unos pocos cientos de metros cuadrados, los que almacenan una vida, y que asfixian hasta límites insospechados. Ese es el eje que soporta la historia y que se ve completada con adyacentes retazos de historias ajenas de personajes que también se hayan en la búsqueda, de una u otra forma, de su propio bolígrafo de gel verde.

Con un estilo coloquial que se aprecia cuidado – aunque en ocasiones eso no sea suficiente –, aun inexperto por ser reiterativo, se van narrando los hechos y los personajes a modo de diario en primera persona que alterna presente y flashbacks, procurando otorgar descripciones detalladas que hagan al lector partícipe; además es evidente que el autor escogió sus campos de conocimiento. Así, se escurren desde la primera hasta la última página todas las sensaciones, decisiones e indecisiones del protagonista, y hasta ese ápice de locura que llega a rozarle, para justificar sus huidas. Aprovechando la intimidad y, sobre todo, la percepción unilateral restringida que cede esa primera persona del singular, consigue que el lector camine y tropiece a la misma velocidad que el sujeto principal, lo cual satisface con enigma la novela durante varios fragmentos de sus capítulos, que no el condensado, pero disperso, final.

Es, en definitiva, una novela liviana de toques intensos apta para la mayoría con una gran virtud o, quién sabe, defecto: hace pensar, incluso soñar. Y ya que el propio autor ha confesado haber escrito lo que él habría querido leer, le dejaremos la puerta abierta para una nueva entrega acerca de la vida, quizás con los dedos más pulidos por la experiencia.

El bolígrafo de gel verde
Eloy Moreno
Espasa-Calpe
300 páginas
16,90€
www.elboligrafodegelverde.com

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